Y yo, ¿qué celebro? te preguntabas el día 1 de
Mayo...
¿Por qué YO no tengo nada que celebrar?
Probablemente, ese día no fue el más feliz de tu vida, quizás no fue ni feliz. El no tener trabajo apagó tu sonrisa porque te sentías fuera de juego, no era tu liga, ni tu
partido, ni siquiera estabas seleccionado para ocupar el banquillo y te
preguntaste ¿por qué? ¿Por qué yo no puedo jugar en esta selección?
Recordaste tus días felices, cuando eras titular,
te sentías uno más y lo celebrabas disfrutando del descanso.
Recordaste aquel tiempo en que madrugabas cada
día y te dejabas la piel en cada partido para traer un sueldo a casa.
Y también tu memoria evocó aquél día…. aquel nefasto día en que te dieron la noticia,
te arrojaron del equipo, cual escoria, y todo tu mundo se derrumbó.
El día en que no sabías cómo volver a casa y
contar lo sucedido. Cuando tu horizonte se tornó negro como el carbón y no encontrabas
objeto ni razón para entender cómo y qué había ocurrido.
Te sentiste humillado, defraudado, acabado,
derrotado, exhausto, te avergonzabas de ti mismo, sentías que no valías nada,
te volviste pequeño y vulnerable, perdido, sin rumbo, sin brújula y sin
horizonte y, lo peor, no deseabas seguir porque en ese instante tu vida dejó de
tener sentido.
Cuchillos con nombre propio (hipoteca, hijos,
familia, comer, vivir, disfrutar) se clavaban en tu cabeza y en tu corazón
hasta desangrarte.
¡Bloqueo, pánico, frustración total!
Bien, amigo mío, hasta ahí todo normal, lógico y
permitido, tu situación actual no es la que quieres y a veces el entorno y la
memoria te traen recuerdos que preferirías convertir en malas pesadillas.
No obstante espero que ese mal momento fuese
fugaz y enseguida tu memoria continuara adelante recordándote como aquello ha
quedado atrás, como acusaste el golpe y aún doblado y sin aliento te pusiste en
pie, comenzaste a caminar y a buscar otro equipo. Como has enfrentado la
situación y como cada día entrenas, sudas la camiseta, te esfuerzas, luchas y te dejas la piel en trabajar por lo que quieres.
¡Sí! he dicho “trabajar” porque lo que tú tienes ahora es un trabajo, un trabajo en ti mismo, un nuevo trabajo
dónde cada día, cuando suena el despertador, decides no quedarte en la cama lamentando
tu mala suerte.
Donde lunes, martes, miércoles, jueves y viernes, te cuesta,
pero te levantas con una ilusión y objetivos a cumplir.
Donde, a pesar de no tener
empleo, tu actividad te hace sentirte orgulloso y verte grande, con valor y sin
miedo.
Donde cada día estás más cerca de tu meta, porque trabajas en ello
con tesón, ilusión y esfuerzo.
Donde día a día obtienes resultados
transformados en conocimiento, experiencia, contactos, relaciones y desarrollo de capacidades, algunas que, hasta ahora, ni siquiera tú mismo conocías.
Te estás descubriendo a ti mismo, reinventando
y cada día ¡te sorprendes!
¿No te parece fantástico?
Quizás sea cierto que las cosas no pasan por
casualidad, quizás necesitabas un crack
en tu vida para ser consciente de lo que realmente vales y eres capaz.
Por eso amigo mío, espero que el día del trabajo
te haya servido para recordar lo grande que eres, reconocer tus méritos e
insuflarte todavía más ánimo y tesón para seguir adelante trabajando en ti mismo, en tu marca
personal, en tus capacidades, en
tu talento.
Haciéndote visible, generando sinergias,
aportando lo que sabes para que otros aprendan, aprendiendo a su vez de
compartir, de dar y recibir, engrandeciendo tu desarrollo personal y
profesional, porque tú ¡tienes trabajo! el trabajo más importante, crítico, difícil y esencial que puede tener una
persona, trabajar en ti, por ti y para
ti y mostrar al mundo el resultado.
Considera esta etapa como un trampolín y úsalo
para impulsarte, no cejes en el empeño, la
dificultad es una oportunidad que te tiende la mano, aférrate a ella y ¡muéstrale
al mundo cómo lo haces!
Querido amigo, sólo quiero decirte una cosa, tienes mi más profundo respeto y ¡toda mi admiración!
Muy pronto, cuando tu memoria vuelva a evocar
aquel día, aquel nefasto día, sonreirás pensando….
¡Ese día comenzó mi verdadera historia!
¡Ese día comenzó mi verdadera historia!
Y ahora responde….
¿Todavía crees que no tienes nada
que celebrar?
Esther
de Paz
No hay comentarios:
Publicar un comentario