En
nuestra charla de hoy quiero que me escuches con atención, es importante.
Estoy aquí, frente al mar y estoy pensando en ti, en todas esas cosas que rondan tu cabeza, en esas nubes grises que amenazan tormenta, en ese viento desapacible que te provoca escalofríos, en ese descenso térmico interior que intenta paralizarte, en esas distorsiones "climato-emocionológicas" que te desorientan y te ocultan el sol….
Estoy aquí, frente al mar y estoy pensando en ti, en todas esas cosas que rondan tu cabeza, en esas nubes grises que amenazan tormenta, en ese viento desapacible que te provoca escalofríos, en ese descenso térmico interior que intenta paralizarte, en esas distorsiones "climato-emocionológicas" que te desorientan y te ocultan el sol….
Pienso
en ti y sin saber por qué, rememoro recuerdos..
Verás,
te contaré un secreto, hace muchos años, siendo una niña, me pusieron como
deberes en el cole escribir una poesía, nunca había escrito ninguna, ¡mi
primera poesía!, no sabía ni por dónde empezar y de repente, sin pensar, me salió así:
El mar
Qué bello es el mar
Con sus olas verdes que vienen y van.
Los pájaros vuelan sin saber qué
hacer
Y el sol se asoma por el horizonte
cada amanecer…
Hoy,
después de ¡tantos años! Y aquí, frente a él, todavía la recuerdo y la sonrisa
es inevitable….
Son
tan simples esos versos, desprenden tanta ingenuidad… es increíble que haya
podido pasar tanto tiempo y tan deprisa.
Pero
lo que me lleva a contarte esta historia es que hoy, tanto tiempo después, el
mar sigue provocando en mí un raudal de emociones y a medida que va pasando el
tiempo esa lista se alarga y su poder se vuelve más intenso.
Sigue
siendo un misterio el porqué de esa omnipotencia, pero lo cierto es que existe, se siente y junto a él encuentro la paz.
El
mar tiene la capacidad de ser bello cada día, de ser distinto, especial, de
cambiar de color, de ser manso, fuerte, bravo y hasta de enfurecerse.
Tiene
la capacidad de sorprender, de emocionar, de abrazarte, de dejarse querer,
admirar, de pasearte por sus bellas aguas, de procurarte alimento, diversión, aventura,
misterio..
También
puede ofrecerte cobijo, hacer que le eches de menos si no está, de ser tu
amigo y confidente. Tiene la capacidad de entenderte, de enamorarte, de provocar
tu admiración, es presumido y se muestra bello para ti, te regala la vista, el
olfato, el tacto, el gusto y el oído.
Es
grande y poderoso pero se pone a tu disposición con humildad.
¡Sé como el mar que
cada día se reinventa para ti!
Reinvéntate
cada día si es necesario, no permitas que nada pueda contigo, las dificultades
existen y te acompañarán siempre, los problemas están al acecho y te asaltan
cuando menos te lo esperas, el camino no es llano, caminar no es fácil, la
energía en ocasiones se agota y el agotamiento te confunde y dispersa dejándote
desorientado y a la deriva, pero no naufragues, ¡no te lo permitas!, la fuerza
está en ti y aunque no lo creas es
inagotable, estar donde estás lo demuestra, por tanto tenlo presente y
cuando estés pensando en abandonar tómate un respiro, hazte un regalo y mímate
para recuperarte.
Un
parón en seco es necesario para una arrancada cargada de energía, de fuerza y
determinación.
Sé
como el mar y siéntete poderoso, bello, distinto, especial, cambia de color, sé
manso, bravo, enfurécete si es necesario,
sorprende, emociona, abraza, quiere y déjate querer.
Admírate, pasea por tu
interior, alimenta tu alma, diviértete, vive una aventura, busca el misterio,
la emoción, la pasión, cobíjate en ti mismo sin dejar de ser un puerto de
referencia dispuesto a acoger y dar cobijo a su vez. Sé tu propio confidente,
entiéndete, se magnánimo, no te juzgues, conversa contigo mismo y disfruta de
la conversación, párate, contempla, siente, vive cada segundo con intensidad,
ponte a tu disposición y date un respiro,
regálatelo con generosidad y escucha tu
corazón.
Te
lo mereces, lo necesitas y no te lo cuestionas, sabes lo que quieres y sabes
aún mejor lo que no quieres, tienes el poder y la fuerza para marcar los
límites y seguir adelante.
Contémplate
y regálate la vista, el olfato, el tacto, el gusto y el oído y acércate al mar
porque él sabe de ti, de tu grandeza y te comprende.
El
está ahí para que te conectes y te
recargues.
Enchufa
el cargador, conéctate y date un respiro.
¡Sé
como el mar, reinvéntate cada día!
Porque, al fin y al cabo, nada ni nadie podrá hacerte feliz si tú no lo haces antes.
Esther
de Paz