lunes, 21 de diciembre de 2015

¿No sabes qué regalar esta Navidad?



Mi querido amigo, aquí estamos un lunes más tomando café, ¿quién nos lo iba a decir? se nos ha ido el año ya. Es increíble, ¡se me ha pasado volando!

Disfruto tanto compartiendo contigo charlas, reflexiones, hablando de lo que nos preocupa, de lo que nos impulsa, de lo bonita que es la vida, en definitiva de nuestras emociones, créeme, para mí es un regalo.

Teniendo en cuenta en las fechas en las que estamos te propongo que en  nuestra charla de hoy hablemos precisamente de eso, de regalos.



















Por la cara que pones parece que te gusta la idea, porque tu cerebro hierve cuando escucha la palabra “regalo” ¿verdad? tanto pensar y pensar… ¿qué voy a hacer este año con los regalos?, ¿qué compro?, no se me ocurre nada, debería ser original, distinto, no convencional, sorpresivo, impactante, se me debería ocurrir algo espectacular que no se olvide jamás, nada de ir a lo fácil, colonias, ropa, pañuelos, algo para la casa, no, eso no es original, ¡quiero sorprender! pero… ufff, todo está carísimo, necesito un gran presupuesto, mi pareja, mis hijos, mi familia y mis amigos se merecen algo grande. ¡Qué complicado!

Y necesitas ideas…

Verás, tengo que confesarte que, hace ya unos años, la Navidad para mí no es el mejor momento del año. Cuando era niña ¡me encantaba! Era todo magia, las luces, la nieve, la decoración de las calles, los establecimientos, toda la ciudad se vestía de Navidad, hasta las personas, porque las veías sonreír más de lo habitual, desearse Feliz navidad, escribir postales a la familia y amigos que estaban lejanos, recibirlas a su vez, ¡qué ilusión! Todo se llenaba de mensajes de AMOR, PAZ y SOLIDARIDAD.
Todo eso acompañado de la emoción de escribir la carta a los Reyes, ir a la cabalgata, poner agua y comida para los camellos la noche en que esperabas su visita y querer esperarles despierta, ¡como fuera! para verlos entrar por la ventana.
Eso, claramente, nunca ocurría, pero al abrir los ojos por la mañana, saltaba de un brinco de la cama para ir corriendo a abrir mis deseados regalos. ¡Todo era magia! Y como niña que era, no veía más allá de eso.

Después… al pasar los años…. La realidad se transforma y esa Magia… se diluye y pierde fuerza ante la realidad...

¿Cuál es la realidad?

La realidad se resume en esa frase tan manida que todos conocemos “La Navidad la ha inventado el Corte Inglés”.

La realidad es que son fechas en que todos nos ponemos el traje de “sonrisa” de “buenas personas” de “amor”, de “paz”, de “ilusión”, de “ganas de celebraciones” con los amigos, con la familia…. Pero no deja de ser eso… nada más que un traje. Cómo diría Serrat “vestidos para la ocasión”.

La realidad es que son fechas de consumo masivo.

La realidad es que, aún en tiempos de crisis, nos gastamos lo que no tenemos en regalos que no se necesitan.

La realidad es que ese traje de amor, paz y felicidad es efímero, pasado Reyes todo vuelve a la normalidad y muchos de esos regalos se quedan olvidados en un cajón junto con el amor, la paz y la ilusión.

A mí me gustaría que nos vistiéramos de verdad para la ocasión, que nos colocásemos ese traje especial… ¡pero para todo el año!, que no nos lo quitásemos nunca, ni para dormir. Me encantaría que durante 365 días el espíritu de la Navidad no nos abandonase.

Te propongo que este año lo hagamos, que nos vistamos para la ocasión desde hoy y hasta la próxima Navidad, que inundemos de AMOR, PAZ, FELICIDAD e ILUSIÓN nuestra vida, la de nuestra familia y amigos y que no sea un traje efímero sino perpetuo, porque si te miras al espejo verás que te favorece, que estás radiante y que es el momento de irradiar, de contagiar esa luz especial con la que te acabas de vestir y ya no vas a apagar jamás.

¿Qué por dónde empiezas?

¿Qué te parece si empiezas precisamente por los regalos?
Ese era nuestro tema de hoy ¿no?, ¿pensabas que me había desviado? ¡Ni mucho menos!

El tema es que este año vas a desnudarte de frivolidad y vestirte eternamente de auténtica Navidad y en lo primero que vas a diferenciarte y ser especial es en los regalos, porque vas a regalar FELICIDAD.

Olvídate de altos presupuestos económicos, existen cosas mucho más bonitas, más deseadas, más ansiadas, más valoradas y no se compran en el Corte Inglés.

Tus seres queridos te dan pistas constantemente de esas cosas, a veces ni ellos mismos son conscientes pero van dejando miguitas que si sabes leerlas, si pones interés, si las sigues… te guiarán por el camino correcto de sus deseos más añorados.

Sigue las pistas, busca, piensa, pon tu cerebro a toda máquina. Si lo piensas bien, si observas, si escuchas lo que te cuentan “entre líneas” seguro que descubrirás algo ansiado por esa persona que no es material, algo que le haría feliz si tú pudieras regalárselo,  algo de lo que ¡no se olvidará jamás!

Quizás un poco de tu tiempo, 
Quizás compartir contigo un proyecto, 
Quizás una flor en un momento inesperado, 
Quizás darle una oportunidad, 
Quizás una sonrisa llena de comprensión en uno de sus días malos, 
Quizás pedirle perdón, 
Quizás un abrazo reconfortante, 
Quizás un paseo descalzos por la playa a la luz de la Luna, 
Quizás una carta de amor, 
Quizás un juguete hecho con tus manos, 
Quizás vestirte de "minion",
Quizás una carrera de obstáculos en patinete, 
Quizás adoptar uno de tantos animales abandonados y brindarle un hogar, 
Quizás preparar una cena especial, música de fondo y dos velas tenues como única iluminación, 
Quizás aquello que te piden de continuo y tú omites de forma habitual, 

Quizás…. ¡Tantas cosas!  

Olvida los centros comerciales, olvida las páginas de internet, olvida los catálogos que desbordan tu buzón en estas fechas, olvida tu presupuesto, olvídalo todo y piensa….   ¡Piensa cómo regalar FELICIDAD!
Sólo tienes que abrir el corazón y escuchar a través de él…..

¿Sabes...? 

¡Comienza a gustarme la Navidad!



Esther de Paz

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martes, 15 de diciembre de 2015

¿Eres antisocial? Quizás sufras de intolerancia…







Hace pocos días leía esta frase en Facebook ...

“No soy borde, sólo tengo intolerancia a los gilipollas

Me pareció buenísima y no dudé ni un momento en darle mi “me gusta”. Confieso que me magnetizó porque me sentí plenamente identificada.

Discúlpame la expresión pero la causa lo justifica.

Verás, soy de esas personas que analiza una y otra vez las cosas, las piensa, las reflexiona, se hace preguntas, busca sus fallos para intentar mejorarlos, consciente de que siempre hay mucho camino por recorrer y muchas, muchísimas cosas por mejorar de nosotros mismos. Y en estas largas y profundas charlas con mi Yo más profundo, llevo tiempo preguntándome reiterativamente si me estoy volviendo “antisocial”.

Hace años ya…. que camino por la vida y cada día, con más frecuencia, observo miles de quejas y lamentos con contrapartida pasividad, no veo acción en las personas, no veo lucha, afán de superación, resiliencia, fuerza y coraje para cambiar esa situación que incomoda, también observo egoísmo, relaciones superficiales basadas en el más puro interés, grupos de personas que se autodenominan amigos y en el momento en que uno de ellos se ausenta se convierte en centro de críticas y sarcasmos sobre su persona, cuando 5 minutos antes eran todo sonrisas, halagos y postureos de "happy friends".

Observo un mundo artificial donde lo material se sobrepone a lo espiritual en una escala desmedida, observo que la nobleza, la coherencia, el compromiso, la honestidad y la empatía han quedado relegados a ser términos olvidados en las páginas de un diccionario.

Y ocurre que cada vez siento menos interés por tener, lo que se entiende por, vida social. Cada día me siento más feliz conmigo misma como única compañía.

¿Por qué?, porque no me interesa "aparentar", porque siento que lo que me rodea no me aporta, no me enriquece, no me apasiona, no me ilusiona, no me hace feliz, me deja indiferente y, lo peor,  absorbe mi energía dejándome exhausta y con una amarga sensación de haber tirado a la basura una parte de lo más valioso que poseo, mi tiempo.

Cuántas veces te encuentras en lugares, situaciones, con personas... y te sorprendes preguntándote… ¿qué hago yo aquí?

Todo eso te revuelve por dentro y le das vueltas y más vueltas y llegas a pensar que el problema eres tú, que tú eres el loco que va por la autopista en dirección contraria pensando que los locos son los que vienen de frente.

Muchas horas de conversación contigo mismo intentando averiguar dónde está el error.

Sin embargo vives momentos maravillosos en compañía de algunas personas dónde todo eso no sucede, dónde sientes una sintonía perfecta, dónde se pasan las horas sin que te des cuenta, donde te cargas de energía, de ilusión, de ganas de vivir, de seguir creciendo junto a ellas, porque te aportan tanto, te llenan y te hacen feliz y en lugar de preguntarte ¿qué hago yo aquí? Llegas a casa con una sonrisa en el alma sintiendo ¡que afortunada soy por tener en mi vida personas que merecen la pena!

Hay un momento en la vida donde de tanta experiencia, de tanto observar, de tanto vivir, de tanto pensar, de tanto sentir…. tienes muy claro lo que quieres y aún más claro lo que NO QUIERES.

No me interesa la gente políticamente correcta
No me interesa la gente egoísta
No me interesa la gente falsa
No me interesa la gente interesada
No me interesa la gente sin nobleza
No me interesa la gente para la que la empatía es un terreno inexplorado
No me interesa la gente que no practica la honestidad
No me interesa la gente que miente
No me interesa la gente con un corazón que no sabe sonreír, ni sentir
No me interesa la gente sin alma
No me interesa la gente simple
No me interesa la gente que se queja y lamenta amargamente pero no mueve ni dedo por cambiar su situación
No me interesa la gente prepotente
No me interesa la gente que se mira el ombligo
No me interesa la gente que te busca por interés
No me interesa la gente fanática de ningún tipo
No me interesa la gente intolerante
No me interesa la gente que se aprovecha del débil
No me interesa la gente que no sabe perdonar
No me interesa la gente que odia
No me interesa la gente que sólo sabe brillar apagando la luz de los demás
No me interesa la gente cobarde
No me interesa la gente sumisa
No me interesa la gente violenta
No me interesa la gente manipuladora
No me interesa la gente sin valores
No me interesa la gente por lo que tiene sino por lo que vale.

No me interesa la envida, la violencia, la venganza, el odio ni la hipocresía.
No me interesa nada que no me aporte como persona, que me haga crecer, ser mejor cada día, aprender, emocionarme, soñar, que me inyecte energía, ilusión, ganas de vivir y que me inspire a sentir a su lado ¡qué bonita es la vida!

Creo en un mundo mejor, creo en las personas, en el pleno significado de la palabra, creo en la amistad verdadera, creo en el amor y creo en los sueños.

Y si por todo ello me tachan de borde, seguiré respondiendo….

“No soy borde, sólo tengo intolerancia a cierto tipo de personas...


Por eso querido amigo, si tú también sufres de la misma intolerancia que yo, puedes estar tranquilo, no te estás volviendo "antisocial".

Mi consejo de hoy es que no cambies nunca, que no te dejes arrastrar por la masa, que no permitas que nada destroce tus sueños, que no toleres que nadie camine por tu mente con los pies sucios.

Rodéate e invierte en esa gente que te hace feliz, que llena y da sentido a tu vida, que te hace crecer, que te enseña y te inspira a ser mejor persona, que dibuja una sonrisa en tu alma y con la que puedes construir un mundo mejor, más justo y más humano.

Continúa charlando contigo mismo, no temas estar solo, disfruta de tu compañía, se selectivo, invierte tu esfuerzo y tu tiempo en lo que realmente merece la pena, sé fiel a ti mismo, escucha a tu corazón, defiende a muerte tu esencia, tu personalidad y tus ideales, no permitas que te manipulen, revélate y siéntete orgulloso de ser como eres.

No elijas nunca la pastilla azul.



 Esther de Paz

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miércoles, 9 de diciembre de 2015

Cuando estés mal, escribe...




Quieres escribir y no puedes, hay tantas cosas a tu alrededor que no están bien, te han aconsejado que escribas porque eso ayuda a ordenar tus pensamientos, pero son tantos los frentes que te desbordan que no sabes por dónde empezar y en lugar de aliviarte todavía te angustia más porque es otra tarea para la cual ni siquiera tienes costumbre.

Con papel y boli, a solas y sin más compañeros de viaje, tu mente hierve y suplica liberación, miras el papel y no sabes por dónde empezar, no le ves sentido a este ejercicio sin embargo sabes que debes hacerlo, comienzas con apenas dos palabras que definen tu estado de ánimo, pero te vuelves a parar, te sientes ridículo, son tantas cosas las que estallan en tu mente, ¡en tu alma! pero no le ves sentido a plasmarlas en esa hoja en blanco que te contempla pasiva y se niega a darte siquiera una pista sobre cómo y por dónde empezar.

¿Es así cómo te sientes cuando en un esfuerzo de disciplina y desesperación por salir de ese callejón, con el boli en tu mano, mirando escéptico y a la vez suplicante al papel, sientes estallar tu corazón y….  lo único que te salen son las lágrimas?

Te diré algo, ¡hazlo! Escribe, escribe sin parar, todo lo que se te ocurra, aunque no tenga sentido, aunque te repitas, aunque saltes de una emoción a otra, de un problema a otro, de una angustia a otra, escribe, escríbelo todo, escribe como te sientes, no te preocupes, ni te coartes, no limites tus pensamientos porque los estés plasmando en un papel, es para ti, nadie más va a leerlo, es una conversación que tienes contigo mismo en la más estricta  intimidad, dónde te confiesas sin rubor sacando todo lo que te quema por dentro, lo que te preocupa, lo que te angustia, lo que te quita el sueño.

Escribe sin miedo, sin vergüenza, sin límites, ábrete a ti mismo y déjate llevar, deja que sea tu mano la que esta vez te hable de lo que te pasa, deja que libremente se exprese y no la pares, déjala hacer...

Escribe todo lo que piensas, los problemas  y todas las cosas que se te ocurren para solucionarlos, los sueños y las que están a tu alcance en este momento, no te preocupes del orden, ni de si la letra es buena o mala, si escribes recto o torcido, si tachas y vuelves a escribir, no importan ni las faltas de ortografía, pues cuando habla el alma no existen reglas, escríbelo todo, hasta que no te quede nada ahí dentro, nada por sacar, todo, absolutamente todo, tiene que estar en ese papel.

Y después….

No lo leas inmediatamente, tómate tu tiempo, déjalo reposar,  descansa… de alguna manera ya sientes algo de liberación… pero ahora necesitas dejar la mente en blanco, sin actividad, vas directo al sofá y enciendes el televisor (el mejor somnífero)  dormir un rato es lo que necesita tu mente,  no te preocupes  si no logras conciliar el sueño, está demostrado que mientras se ve la televisión el cerebro tiene menos actividad que cuando estás durmiendo y eso es justo lo que necesitas en este momento, no pensar.

Después de un tiempo de descanso, relax y desconexión es hora de volver al papel, léelo, es hora de escucharte a ti mismo y de poner en orden esos pensamientos.

Ahora sí, ahora que los ves escritos es el momento de darles forma, lee con atención analizando y pensando qué le dirías a un amigo que te hubiera escrito esta carta.

Trátate como tu mejor amigo, con cariño, con empatía, con verdadero afán de apoyo, comprensión  y ayuda.

Te propongo el siguiente ejercicio, ya puestos, vamos a hacerlo bien, vamos a preparar la respuesta que le darías a tu amigo.

Sombrea el texto:
En rojo todo lo que sea grave,
En naranja lo menos grave
En verde todo lo que se puede superar sin dificultad
(Si no dispones de colores, sustituye el rojo por un círculo, el naranja por un rectángulo y el verde por un simple subrayado).

Ahora toca establecer prioridades y ordenar los pensamientos.

Después de sombrear lo más importante, céntrate en extractar y ponerlos por orden de prioridad.

En otra hoja, comienza a escribir…

En la parte izquierda enumera los problemas.

En primer lugar lo que has sombreado en verde, continúa con los de color naranja y en último lugar los rojos.

A la derecha pondrás las soluciones que se te habían ocurrido, no te preocupes si en la derecha dejas espacios en blanco, ya llegará la hora de completarlos.

Ahora ya lo tienes, ahora sí, ¡es hora de pensar!

Analiza cada una de las cosas que has colocado en la parte izquierda.
Piénsalo bien cuando estés leyendo y sé objetivo como lo serías intentando ayudar a tu amigo, compréndele, perdónale los errores, se magnánimo y a la vez resolutivo.

Para cada una de ellas escribe o completa qué soluciones y consejos le darías a tu amigo para sacarle de esa situación. Si no son graves díselo, explícaselo, a todos nos pasan cosas que nos afectan y hacen decaer la moral, es normal, no pasa nada, dile que no deje que su mente se enturbie con esas pequeñas cosas y pierda fuerza para abordar lo importante.

Detente en cada una de ellas por separado y ve centrándote en una sola, se objetivo, ahora es tu cabeza la que lidera.

Obtén una solución y ve rellenando espacios en la parte derecha.

Y ahora, atención, has llegado a la zona roja, esta requiere de tu máxima disposición y capacidad, no te puedes paralizar por difícil que sea, recuerda que tu amigo está en apuros y confía en ti para que le ayudes.

Piensa, concéntrate, estrújate el cerebro, es preciso que completes la parte derecha, tú tienes la solución, sabes qué se debe hacer para abordarlo, aunque sea difícil, aunque no sea inmediato, tú sabes qué pasos se deben dar para, poco a poco, volver el rojo, naranja, después verde y finalmente borrarlo definitivamente del papel,  piensa en tu amigo, confía en ti, te necesita.  

¡Vamos! No puedes detenerte hasta completarlo.
No puedes devolverle una hoja en blanco, ¿te lo imaginas?

¡Bien!, ¡lo has conseguido!, ¡fantástico!

Has sido capaz de analizar en profundidad la situación y encontrar soluciones para cada uno de los problemas, de establecer un plan de acción, de no defraudar a tu amigo.

Has sido capaz ¡De no defraudarte a TI MISMO!

¿Cómo te sientes?

No me lo digas, lo sé. Y no sólo lo sé sino que te felicito. ¡Bravo!

Mantenerse entero y poner distancia a los problemas para que no anulen tu capacidad de pensar, tu fuerza y tu valía, es un ejercicio muy difícil amigo mío, mucho y tú lo has superado.

Sólo por ello ya mereces mi admiración.

Y ahora, sin prisa pero sin pausa, ponte en marcha, ¡a por ello!

Tú sólo has encontrado y trazado el camino y tú sólo llegarás a la meta.

¡En marcha!



Esther de Paz

Te emplazo a que me cuentes el resultado



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