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lunes, 11 de enero de 2016

Desencuentros...








Fernando Schwartz obtuvo el Premio Planeta 1996 con su novela “El Desencuentro”, si no la has leído te la recomiendo encarecidamente. Es una novela preciosa llena de emociones y sentimientos.

Yo la leí hace ya 19 años, cuando obtuvo el afamado premio, desde entonces es uno de esos libros que se ha grabado en mi memoria y todavía no ha sido desbancado de la lista de mis libros preferidos.

Te pongo un poco al día mediante un recorte de una entrevista a su autor, en el diario El País, allá por aquellas fechas:


"La novela es en realidad la historia del desencuentro de una mujer con su vida y de un hombre consigo mismo", "Creo poco en el hado"; se tienen golpes de fortuna, a veces continuados, o momentos de mala suerte. Es la sal de la vida. Pero en lo que a la existencia personal (lo que no es la riqueza o la salud) concierne, ambas cosas deben ser encaradas como accidentes exteriores y sólo pueden ser explotadas o derrotadas gracias a un acto de voluntad. El germen de la felicidad está en uno mismo y es uno mismo el que lo hace fructificar o el que lo seca".
La protagonista de El desencuentro, una mujer llamada África, se parece, según Fernando Schwartz, a muchas españolas de la posguerra. Se casa muy joven, la abandona después su marido y es entonces cuando comprende "que ha gastado en un único esfuerzo fallido su oportunidad de ser mujer". En los tiempos de posguerra en que se sitúa la novela, "no existe el divorcio", explica Schwartz, "las anulaciones canónicas son cosa de mucho dinero y sobre las mujeres separadas pesa la sospecha permanente de la inmoralidad culpable". África dedica el resto de sus días a cuidar de sus padres y a educar a su hija. "Todo ello con una única salvedad", apunta Schwartz, "y es que durante tres años, al término de la década de los cuarenta, marcha a México a probar fortuna. Cuando regresa, se reintegra a la disciplina del hogar de sus padres y no vuelve a hablar jamás de lo que ha ocurrido allá". Sólo el empeño de su sobrino (un novelista de éxito) logra poco a poco desentrañar el misterio de lo ocurrido.

  
Bien, se que te estarás preguntando por qué te hablo hoy de una novela de hace tanto tiempo.

El tema es que es cierto que la novela tiene ya muchos años, pero lo que también es cierto es que los desencuentros están en nuestro día a día, se producen mucho más frecuentemente de lo que nos gustaría y son terriblemente dolorosos.

Según el diccionario castellano “Desencuentro” es encuentro fallido o decepcionante, también es un desacuerdo.

Para mí son una serie de circunstancias, alguna casuales y fuera de nuestro control,  que se dan de forma simultánea, contra las que no luchas sino que te dejas llevar, (los motivos son miles), pero lo cierto es que el resultado es absolutamente triste y decepcionante, sobre todo cuando, pasado el tiempo, quieres dar marcha atrás y eso ya no es posible.

Es tan triste que permitas que eso suceda sólo por una falta de acción por tu parte, por una falta de comunicación, por juicios unilaterales basados en supuestos fabricados en tu cabeza pero que no has movido ni un dedo por desentrañar, por averiguar qué está pasando, por romper moldes, por atreverte a dar un paso aun con riesgo de caer al vacío.

¿Qué importa tener riesgo de despeñarte cuando aún en tierra firme tu corazón ya está hecho pedazos?

A veces es un exceso de prudencia, otras miedo a un “no” que no queremos oír y preferimos NO correr el riesgo para oír el ansiado “sí”.

A veces son las circunstancias que te rodean y te arrastran a mantener un pose ficticia que ahoga los gritos del corazón dejándolo inerte, sin vida, relegado a músculo vital del cuerpo para mantener un vida plana y sin emociones.

A veces son falsas conjeturas acuñadas sólo en tu cabeza sin más fundamento que tus dañinos pensamientos en los que te refugias para protegerte de vientos y huracanes que no existen porque si te dejaras llevar, si dieras un paso al frente probablemente encontrarías un horizonte lleno de sol, de vida y color esperando para abrazarte.

A veces crees que alguien se ha ido de tu vida sin avisar y sin embargo esa persona sólo está esperando recibir tu llamada.

A veces…. La vida es tan complicada, o quizás lo cierto es que no es la vida sino nosotros quienes estropeamos, sin abrir, los regalos que nos hace.

A veces amigo mío los lamentos después de tiempo ya no son más que puñales clavados en el alma difíciles de arrancar que te acompañarán toda la vida.

Reflexiona, piensa de verdad y con el corazón, si ha merecido, si merece la pena…

Si en algún momento tomaste la decisión de apostar por por ser feliz,  no renuncies, no te rindas, no tires a la basura ese regalo que muchos envidiarían poseer, tanto dolor es un daño irreparable para el que no hay cabida en ningún corazón.

Quizás no sea tarde, quizás sabes pero no quieres creer que la puerta no está cerrada.

Quizás todavía estés a tiempo de, aún con riesgos,  ir al encuentro de la felicidad.


Esther de Paz

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lunes, 21 de diciembre de 2015

¿No sabes qué regalar esta Navidad?



Mi querido amigo, aquí estamos un lunes más tomando café, ¿quién nos lo iba a decir? se nos ha ido el año ya. Es increíble, ¡se me ha pasado volando!

Disfruto tanto compartiendo contigo charlas, reflexiones, hablando de lo que nos preocupa, de lo que nos impulsa, de lo bonita que es la vida, en definitiva de nuestras emociones, créeme, para mí es un regalo.

Teniendo en cuenta en las fechas en las que estamos te propongo que en  nuestra charla de hoy hablemos precisamente de eso, de regalos.



















Por la cara que pones parece que te gusta la idea, porque tu cerebro hierve cuando escucha la palabra “regalo” ¿verdad? tanto pensar y pensar… ¿qué voy a hacer este año con los regalos?, ¿qué compro?, no se me ocurre nada, debería ser original, distinto, no convencional, sorpresivo, impactante, se me debería ocurrir algo espectacular que no se olvide jamás, nada de ir a lo fácil, colonias, ropa, pañuelos, algo para la casa, no, eso no es original, ¡quiero sorprender! pero… ufff, todo está carísimo, necesito un gran presupuesto, mi pareja, mis hijos, mi familia y mis amigos se merecen algo grande. ¡Qué complicado!

Y necesitas ideas…

Verás, tengo que confesarte que, hace ya unos años, la Navidad para mí no es el mejor momento del año. Cuando era niña ¡me encantaba! Era todo magia, las luces, la nieve, la decoración de las calles, los establecimientos, toda la ciudad se vestía de Navidad, hasta las personas, porque las veías sonreír más de lo habitual, desearse Feliz navidad, escribir postales a la familia y amigos que estaban lejanos, recibirlas a su vez, ¡qué ilusión! Todo se llenaba de mensajes de AMOR, PAZ y SOLIDARIDAD.
Todo eso acompañado de la emoción de escribir la carta a los Reyes, ir a la cabalgata, poner agua y comida para los camellos la noche en que esperabas su visita y querer esperarles despierta, ¡como fuera! para verlos entrar por la ventana.
Eso, claramente, nunca ocurría, pero al abrir los ojos por la mañana, saltaba de un brinco de la cama para ir corriendo a abrir mis deseados regalos. ¡Todo era magia! Y como niña que era, no veía más allá de eso.

Después… al pasar los años…. La realidad se transforma y esa Magia… se diluye y pierde fuerza ante la realidad...

¿Cuál es la realidad?

La realidad se resume en esa frase tan manida que todos conocemos “La Navidad la ha inventado el Corte Inglés”.

La realidad es que son fechas en que todos nos ponemos el traje de “sonrisa” de “buenas personas” de “amor”, de “paz”, de “ilusión”, de “ganas de celebraciones” con los amigos, con la familia…. Pero no deja de ser eso… nada más que un traje. Cómo diría Serrat “vestidos para la ocasión”.

La realidad es que son fechas de consumo masivo.

La realidad es que, aún en tiempos de crisis, nos gastamos lo que no tenemos en regalos que no se necesitan.

La realidad es que ese traje de amor, paz y felicidad es efímero, pasado Reyes todo vuelve a la normalidad y muchos de esos regalos se quedan olvidados en un cajón junto con el amor, la paz y la ilusión.

A mí me gustaría que nos vistiéramos de verdad para la ocasión, que nos colocásemos ese traje especial… ¡pero para todo el año!, que no nos lo quitásemos nunca, ni para dormir. Me encantaría que durante 365 días el espíritu de la Navidad no nos abandonase.

Te propongo que este año lo hagamos, que nos vistamos para la ocasión desde hoy y hasta la próxima Navidad, que inundemos de AMOR, PAZ, FELICIDAD e ILUSIÓN nuestra vida, la de nuestra familia y amigos y que no sea un traje efímero sino perpetuo, porque si te miras al espejo verás que te favorece, que estás radiante y que es el momento de irradiar, de contagiar esa luz especial con la que te acabas de vestir y ya no vas a apagar jamás.

¿Qué por dónde empiezas?

¿Qué te parece si empiezas precisamente por los regalos?
Ese era nuestro tema de hoy ¿no?, ¿pensabas que me había desviado? ¡Ni mucho menos!

El tema es que este año vas a desnudarte de frivolidad y vestirte eternamente de auténtica Navidad y en lo primero que vas a diferenciarte y ser especial es en los regalos, porque vas a regalar FELICIDAD.

Olvídate de altos presupuestos económicos, existen cosas mucho más bonitas, más deseadas, más ansiadas, más valoradas y no se compran en el Corte Inglés.

Tus seres queridos te dan pistas constantemente de esas cosas, a veces ni ellos mismos son conscientes pero van dejando miguitas que si sabes leerlas, si pones interés, si las sigues… te guiarán por el camino correcto de sus deseos más añorados.

Sigue las pistas, busca, piensa, pon tu cerebro a toda máquina. Si lo piensas bien, si observas, si escuchas lo que te cuentan “entre líneas” seguro que descubrirás algo ansiado por esa persona que no es material, algo que le haría feliz si tú pudieras regalárselo,  algo de lo que ¡no se olvidará jamás!

Quizás un poco de tu tiempo, 
Quizás compartir contigo un proyecto, 
Quizás una flor en un momento inesperado, 
Quizás darle una oportunidad, 
Quizás una sonrisa llena de comprensión en uno de sus días malos, 
Quizás pedirle perdón, 
Quizás un abrazo reconfortante, 
Quizás un paseo descalzos por la playa a la luz de la Luna, 
Quizás una carta de amor, 
Quizás un juguete hecho con tus manos, 
Quizás vestirte de "minion",
Quizás una carrera de obstáculos en patinete, 
Quizás adoptar uno de tantos animales abandonados y brindarle un hogar, 
Quizás preparar una cena especial, música de fondo y dos velas tenues como única iluminación, 
Quizás aquello que te piden de continuo y tú omites de forma habitual, 

Quizás…. ¡Tantas cosas!  

Olvida los centros comerciales, olvida las páginas de internet, olvida los catálogos que desbordan tu buzón en estas fechas, olvida tu presupuesto, olvídalo todo y piensa….   ¡Piensa cómo regalar FELICIDAD!
Sólo tienes que abrir el corazón y escuchar a través de él…..

¿Sabes...? 

¡Comienza a gustarme la Navidad!



Esther de Paz

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