Fernando Schwartz obtuvo el Premio Planeta 1996 con su novela “El Desencuentro”, si no la has leído
te la recomiendo encarecidamente. Es una novela preciosa llena de emociones y
sentimientos.
Yo la leí hace ya 19 años, cuando obtuvo el
afamado premio, desde entonces es uno de esos libros que se ha grabado en mi
memoria y todavía no ha sido desbancado de la lista de mis libros preferidos.
Te pongo un poco al día mediante un recorte de
una entrevista a su autor, en el diario El País, allá por aquellas fechas:
"La novela es en realidad la
historia del desencuentro de una mujer con su vida y de un hombre consigo
mismo", "Creo poco en el hado"; se tienen golpes de fortuna, a veces
continuados, o momentos de mala suerte. Es la sal de la vida. Pero en lo que a
la existencia personal (lo que no es la riqueza o la salud) concierne, ambas
cosas deben ser encaradas como accidentes exteriores y sólo pueden ser
explotadas o derrotadas gracias a un acto de voluntad. El germen de la felicidad está en uno mismo y es uno mismo el que lo
hace fructificar o el que lo seca".
La protagonista de El desencuentro, una mujer llamada África, se parece,
según Fernando Schwartz, a muchas españolas de la posguerra. Se casa muy joven,
la abandona después su marido y es entonces cuando comprende "que ha
gastado en un único esfuerzo fallido su oportunidad de ser mujer". En los
tiempos de posguerra en que se sitúa la novela, "no existe el
divorcio", explica Schwartz, "las anulaciones canónicas son cosa de
mucho dinero y sobre las mujeres separadas pesa la sospecha permanente de la
inmoralidad culpable". África dedica el resto de sus días a cuidar de sus
padres y a educar a su hija. "Todo ello con una única salvedad",
apunta Schwartz, "y es que durante tres años, al término de la década de
los cuarenta, marcha a México a probar fortuna. Cuando regresa, se reintegra a
la disciplina del hogar de sus padres y no vuelve a hablar jamás de lo que ha
ocurrido allá". Sólo el empeño de su sobrino (un novelista de éxito) logra
poco a poco desentrañar el misterio de lo ocurrido.
Bien, se que te estarás preguntando por qué te
hablo hoy de una novela de hace tanto tiempo.
El tema es que es cierto que la novela tiene ya
muchos años, pero lo que también es cierto es que los desencuentros están en
nuestro día a día, se producen mucho más frecuentemente de lo que nos gustaría
y son terriblemente dolorosos.
Según el diccionario castellano “Desencuentro” es
encuentro fallido o decepcionante, también es un desacuerdo.
Para mí son una serie de circunstancias, alguna
casuales y fuera de nuestro control, que
se dan de forma simultánea, contra las que no luchas sino que te dejas llevar, (los
motivos son miles), pero lo cierto es que el resultado es absolutamente triste
y decepcionante, sobre todo cuando, pasado el tiempo, quieres dar marcha atrás
y eso ya no es posible.
Es tan triste que permitas que eso suceda sólo
por una falta de acción por tu parte, por una falta de comunicación, por
juicios unilaterales basados en supuestos fabricados en tu cabeza pero que no
has movido ni un dedo por desentrañar, por averiguar qué está pasando, por
romper moldes, por atreverte a dar un paso aun con riesgo de caer al vacío.
¿Qué importa tener riesgo de despeñarte cuando
aún en tierra firme tu corazón ya está hecho pedazos?
A veces es un exceso de prudencia, otras miedo
a un “no” que no queremos oír y preferimos NO correr el riesgo para oír el ansiado
“sí”.
A veces son las circunstancias que te rodean y
te arrastran a mantener un pose ficticia que ahoga los gritos del corazón
dejándolo inerte, sin vida, relegado a músculo vital del cuerpo para mantener
un vida plana y sin emociones.
A veces son falsas conjeturas acuñadas sólo en
tu cabeza sin más fundamento que tus dañinos pensamientos en los que te refugias
para protegerte de vientos y huracanes que no existen porque si te dejaras
llevar, si dieras un paso al frente probablemente encontrarías un horizonte
lleno de sol, de vida y color esperando para abrazarte.
A veces crees que alguien se ha ido de tu vida sin
avisar y sin embargo esa persona sólo está esperando recibir tu llamada.
A veces…. La vida es tan complicada, o quizás lo cierto es que no es la vida sino nosotros quienes estropeamos, sin abrir, los
regalos que nos hace.
A veces amigo mío los lamentos después de
tiempo ya no son más que puñales clavados en el alma difíciles de arrancar que
te acompañarán toda la vida.
Reflexiona, piensa de verdad y con el corazón,
si ha merecido, si merece la pena…
Si en algún momento tomaste la decisión de
apostar por por ser
feliz, no renuncies,
no te rindas, no tires a la basura ese regalo que muchos envidiarían poseer, tanto
dolor es un daño irreparable para el que no hay cabida en ningún corazón.
Quizás no sea tarde, quizás sabes pero no quieres creer que la puerta no está cerrada.
Quizás todavía
estés a tiempo de, aún con riesgos, ir
al encuentro de la felicidad.
Esther de Paz
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