jueves, 25 de febrero de 2016

Quiero hacerte partícipe








¡Hola!


Este año he inscrito  GESTIONA TU EXITO   en los Premios 20Blogs

Estamos en periodo de votación  (hasta el 2 de marzo) y me gustaría contar con tu participación.

Si te gusta GESTIONA TU ÉXITO, y quieres darle tu voto, puedes hacerlo en el siguiente enlace:



Para ello es requisito indispensable que estés registrado en “20 minutos”



Recuerda:

Sólo si te gusta y crees el voto es merecido


Con tu voto o sin él ¡Muchas gracias!


Es un placer escribir y saber que me lees.



¡Feliz semana!




Esther de Paz


Si te gusta mi blog, te invito a suscribirte y no perderte ninguna de nuestras apasionantes charlas.
¡Me encantaría contar con tu compañía en cada café! ¿Me acompañas?
(Desde tu dispositivo móvil podrás hacerlo si bajas hasta el final de la página y eliges "ver versión web")
¡Gracias por estar aquí!

lunes, 15 de febrero de 2016

Necesito tu comprensión, no tus consejos…






Llevamos ya unos cuantos años sufriendo una crisis que a todos, en mayor o menor medida, nos ha impactado de lleno en nuestra zona de confort.

Es cierto que con algunas personas ha sido mucho más cruel que con otras, como también es cierto que, por desgracia, hoy y siempre, hay y ha habido gente que sufre más que nosotros, que vive en condiciones extremas, que pasa hambre, que vive los horrores de la guerra, que soporta abusos terribles que se quedan impunes y justificados en una cultura basada en principios que violan todos los derechos humanos, argumentados por una religión mal entendida, por unos derechos adquiridos carentes del menor sentido común, sólo por haber nacido hombre, en lugar de mujer en una sociedad machista y fuera de toda lógica.  
        
Es cierto que la injusticia existe en el mundo y a unos niveles desorbitados, es cierto que los abusos de poder basados en los intereses económicos están a la vuelta de la esquina en numerosos sectores, es cierto que vemos todos los días muy cerca personas en situaciones mucho peores que las nuestras...

Es cierto que la vida no es justa, fácil, ni perfecta.

Sí, todo eso es cierto, injusto y terrible, pero lo que también es cierto es que cada uno de nosotros tenemos una vida, la nuestra, con nuestras circunstancias, nuestros propios problemas, nuestras heridas, nuestras propias guerras en las que no nos queda más remedio que luchar cada día.

Guerras en las que nos hieren, guerras que se nos van de las manos,  guerras para las que no tenemos armas, guerras para las que no hay manual sino que lo vamos escribiendo día a día con la sangre de cada herida, de cada derrota, de cada paso adelante conseguido a base de prueba y error, guerras que nos agotan hasta la extenuación, guerras que nos dejan sin aliento, guerras que no queremos luchar, guerras que no buscamos, guerras en las que, por momentos, morimos aún con los ojos abiertos...

Y  llega un día en que ya no podemos más y sentimos que preferimos morir en el campo de batalla a seguir luchando…

Desgraciadamente hay mucha, demasiada gente así muy cerca de nosotros.

Es fácil juzgar desde fuera cualquier situación, es fácil criticar y denostar a personas que están pasando una realidad de profunda tristeza, desconsuelo y desolación.
Es muy fácil decir, “sin estar en sus zapatos”, no tienes derecho a quejarte, no puedes estar así, tienes que valorar todo lo que tienes y ser feliz.

A veces, no es cuestión de no valorar lo que se tiene, no es cuestión de no querer ser feliz, la cuestión está en que todos tenemos un límite, nuestra capacidad no es infinita, ni siempre está al máximo potencial. 

Cada batalla nos debilita, cada herida deja una marca, cada intento de éxito sin resultados va minando nuestra energía y todo pasa factura hasta que las reservas se agotan y sientes que ya no puedes más y no quieres seguir...


¿Sabes?, no hace mucho leía: Depresión nombre de mi vida”, un post de Ismael Doradogran profesional de la psicología, de quien aprendo con cada uno de sus escritos. Y de éste subrayo especialmente esta reflexión:

Que solidarios somos a veces con las personas que sufren en lejanos países y que distantes con los que sufren a pocos suspiros de nosotros. Muchas veces no hay que hacer nada más que escuchar, agarrar su mano y dejarles sentir que no están solos.”

Cuan profundas y ciertas son esas palabras…

Cuando alguien se encuentra extenuado, sin fuerzas, sin ánimo, sin ilusión, cuando la tristeza se ha apoderado de su corazón, cuando ya no puede más y no encuentra consuelo…. Cuando lucha por salir de ahí pero el avance es tan lento que agota….Cuando para alguien la vida deja de tener sentido…. 

Quizás lo único que necesita es un poco de comprensión y un abrazo que no vislumbra por ningún sitio.

No tenemos derecho a juzgar, a atosigar recordando que no tiene porqué estar así y después salir corriendo por si nos “salpica”.

Te aseguro querido amigo que a nadie le gusta, ni elige por voluntad propia perder la alegría de vivir, así que, por favor, remángate los pantalones y baja hasta el barro, déjate de tópicos, frases hechas y manidos consejos, sólo haz saber tu presencia como roca sólida y fuerte donde apoyarse, y sé ese remanso de vida dónde esa persona pueda descansar, se sienta arropada, comprendida y poco a poco pueda recuperar su fuerza y volver a sonreír.

Sólo dale la mano, camina a su lado y hazle saber que no está sola.

Si de verdad te preocupa la injusticia y la solidaridad en el mundo, comienza por cambiar lo que está en tu mano, quizás algún día también  necesites que te abracen, te comprendan y te acompañen.


 Esther de Paz
  

Si te gusta mi blog, te invito a suscribirte y no perderte ninguna de nuestras apasionantes charlas.
¡Me encantaría contar con tu compañía en cada café! ¿Me acompañas?
(Desde tu dispositivo móvil podrás hacerlo si bajas hasta el final de la página y eliges "ver versión web")
¡Gracias por estar aquí!

lunes, 1 de febrero de 2016

Bailando con la vida…



























La vida no es fácil, todos lo sabemos, te pone a prueba constantemente, te reta, te mide, te desafía, te golpea, te desconcierta, te lleva hasta el límite y allí te deja observando a ver lo que haces….

No es sencillo seguir su ritmo sin perder el compás, baila contigo como un maestro y cuando te confías te da un pisotón, un toque de atención por si has olvidado que bailar con ella es un reto de superación diario. 

Cada día te enseña un nuevo paso, una nueva vuelta, un nuevo tirabuzón en el que a veces te enredas…, en ocasiones te lleva de la mano y la danza fluye sola, como si hubieras nacido bailando. Otras te suelta y el baile continúa únicamente contigo. No se para, sino que la música se acelera exigiendo tu máximo potencial para mantenerte en pie sin dar un traspiés, aguantando el tipo aún a ritmo de acordes que jamás oyeron tus tímpanos. Y ahí estás, sólo en la pista de baile, el teatro lleno de espectadores que dependen de tu destreza para seguir el ritmo sin fallar ni desfallecer, tú lo sabes y no te permites dejar de bailar y como lo haces bien y no abandonas todavía te exigen más y más y cada vez más. Y el tiempo corre sin descanso, ese que estás pidiendo a gritos, pero no puedes parar porque el espectáculo se vendría abajo.

Los espectadores ya se han acostumbrado y dependen de ti, las fuerzas comienzan a fallarte, lanzas señales invitándoles a bailar contigo, eso te daría un respiro, pero nadie sube al escenario, es más fácil patalear o aplaudir siendo un espectador, no requiere esfuerzo, no supone responsabilidad ni desgaste, "otro" hace el trabajo.

Esas personas únicamente quieren que seas su apoyo, que el trabajo duro sea "otro" el que lo haga, que abras camino por ellos mientras son espectadores pasivos.

Abrir sendero en una selva supone fuerza, sudor, heridas, agotamiento, si lo hace un ajeno es más sencillo, así, cuando se llega la autopista está lista para circular, hasta se puede utilizar un vehículo sin ni siquiera hacer el esfuerzo de caminar…

Y así, un día tras otro, tus fuerzas se agotan, te sientes sólo, la música comienza a ser una tortura y tus pies poco a poco pierden el compás….

No entiendes porqué nadie ve que tú no eres perfecto, que también necesitas apoyos, compañeros de baile que te den la mano, que te tarareen la música cuando no te sabes la letra, que te la escriban incluso, en esas estrofas que desconoces y te desorientan, que, aunque eres fuerte, tus fuerzas no son inagotables porque eres humano, vulnerable e imperfecto.

La vida es un trabajo en equipo y hasta el líder más brillante necesita a su gente para triunfar.

Ser fuerte, ser valiente, atrevido, proactivo, generoso, luchador, hace que parezcas inagotable, el bailarín al que la naturaleza le ha regalado un “don” especial para improvisar en cualquier escenario y con cualquier melodía la danza perfecta, enseñando en cada paso de baile a su público cómo se debe bailar.

Querido amigo, no sé tú, pero yo en ocasiones me siento así y siento que me fallan las piernas… que se me ha acabado la capacidad de improvisar, la fuerza para seguir tirando de todo, la ilusión por ensayar piezas nuevas, por salir al escenario y bailar aún cuando ello ha sido siempre mi mayor motor.

No obstante pienso que si he puesto el corazón en todo lo que he hecho, si he sido fiel a mis principios y mis valores, si he dado todo por lo que creo y lo que quiero, si, a pesar de no tener un maestro en la mayoría de las ocasiones ni un tutorial para consultar, me he atrevido a entrar en la selva machete en mano y abrir camino dónde sólo había espesor, si mi esfuerzo y mi tesón han dado resultados, si he aprendido de mis errores, si mis puntos débiles hoy son un poquito más fuertes, si mis capacidades han servido para ayudar a alguien y hacerle sentir mejor, nada ha sido en vano, aún cuando el estado de agotamiento se empeña, con saña, en intentar convencerme de lo contrario…

Te decía que no es sencillo seguir el ritmo de la vida sin perder el compás, bailar con ella como un maestro y aguantar el pisotón cuando te confías, recordatorio de que bailar es un reto diario de superación.

No obstante también, he aprendido que debes poner un enorme cartel en la puerta de tu vida que diga:

“Reservado el derecho de admisión”

No bailes para cualquiera, no te desgastes en caminos que no llevan a ninguna parte, selecciona tus compañeros de viaje y no olvides que cada día es una nueva oportunidad de ejecutar un nuevo paso de baile pero no permitas que cualquiera tenga el privilegio de verte bailar.

Se selectivo con los espectadores, elige a aquel que esté dispuesto a ser de tu equipo sin restricciones, a aquel que te de sustento cuando te fallan las fuerzas, a aquel que te comprenda y te admire porque no eres perfecto, a aquel que se atreva a sujetar tu mano y compartir el peso del machete para abrir camino contigo, a aquel que te admire por tu fuerza pero que te insufle energía cuando no puedas más, a aquel que te quiera tal y como eres, fuerte, pero imperfecto, vulnerable y humano.

No te exijas, ni permitas que nadie lo haga si no está dispuesto a bailar contigo y tropezar.

No dejes nunca de bailar. Confía en ti mismo y jamás tires la toalla. La vida te pone a prueba, es cierto, pero detrás de esas pruebas, están tus sueños,  existen y te están esperando.

Recuerda que tus fuerzas flaquearán hasta el límite y anhelarás el momento de cerrar el telón. Pero será sólo por unos instantes, los justos para que entres en bastidores yen el siguiente acto, reaparezcas triunfante con tu mejor traje de baile.

¡Baila con la vida! 

Porque la vida te sorprende y cuando piensas que ya nada tiene sentido... 
de repente, todo comienza a tenerlo de nuevo...



Esther de Paz


Si te gusta mi blog, te invito a suscribirte y no perderte ninguna de nuestras apasionantes charlas.
¡Me encantaría contar con tu compañía en cada café! ¿Me acompañas?
(Desde tu dispositivo móvil podrás hacerlo si bajas hasta el final de la página y eliges "ver versión web")
¡Gracias por estar aquí!