Quieres
escribir y no puedes, hay tantas cosas a tu alrededor que no están bien, te han
aconsejado que escribas porque eso ayuda a ordenar tus pensamientos, pero son
tantos los frentes que te desbordan que no sabes por dónde empezar y en lugar de
aliviarte todavía te angustia más porque es otra tarea para la cual ni siquiera tienes costumbre.
Con
papel y boli, a solas y sin más compañeros de viaje, tu mente hierve y suplica
liberación, miras el papel y no sabes por dónde empezar, no le ves sentido a
este ejercicio sin embargo sabes que debes hacerlo, comienzas con apenas dos
palabras que definen tu estado de ánimo, pero te vuelves a parar, te sientes
ridículo, son tantas cosas las que estallan en tu mente, ¡en tu alma! pero no le
ves sentido a plasmarlas en esa hoja en blanco que te contempla pasiva y se
niega a darte siquiera una pista sobre cómo y por dónde empezar.
¿Es
así cómo te sientes cuando en un esfuerzo de disciplina y desesperación por
salir de ese callejón, con el boli en tu mano, mirando escéptico y a la vez
suplicante al papel, sientes estallar tu corazón y…. lo único que te salen son las lágrimas?
Te
diré algo, ¡hazlo! Escribe, escribe sin parar, todo lo que se te ocurra, aunque
no tenga sentido, aunque te repitas, aunque saltes de una emoción a otra, de un
problema a otro, de una angustia a otra, escribe, escríbelo todo, escribe como
te sientes, no te preocupes, ni te coartes, no limites tus pensamientos porque
los estés plasmando en un papel, es para ti, nadie más va a leerlo, es una
conversación que tienes contigo mismo en la más estricta intimidad, dónde te confiesas sin rubor sacando
todo lo que te quema por dentro, lo que te preocupa, lo que te angustia, lo que
te quita el sueño.
Escribe
sin miedo, sin vergüenza, sin límites, ábrete a ti mismo y déjate llevar, deja
que sea tu mano la que esta vez te hable de lo que te pasa, deja que libremente
se exprese y no la pares, déjala hacer...
Escribe
todo lo que piensas, los problemas y
todas las cosas que se te ocurren para solucionarlos, los sueños y las que
están a tu alcance en este momento, no te preocupes del orden, ni de si la
letra es buena o mala, si escribes recto o torcido, si tachas y vuelves a
escribir, no importan ni las faltas de ortografía, pues cuando habla el alma no
existen reglas, escríbelo todo, hasta que no te quede nada ahí dentro, nada por
sacar, todo, absolutamente todo, tiene que estar en ese papel.
Y
después….
No
lo leas inmediatamente, tómate tu tiempo, déjalo reposar, descansa… de alguna manera ya sientes algo de
liberación… pero ahora necesitas dejar la mente en blanco, sin actividad, vas
directo al sofá y enciendes el televisor (el mejor somnífero) dormir un rato es lo que necesita tu mente, no te preocupes si no logras conciliar el sueño, está
demostrado que mientras se ve la televisión el cerebro tiene menos
actividad que cuando estás durmiendo y eso es justo lo que necesitas en este
momento, no pensar.
Después
de un tiempo de descanso, relax y desconexión es hora de volver al papel, léelo,
es hora de escucharte a ti mismo y de poner en orden esos pensamientos.
Ahora
sí, ahora que los ves escritos es el momento de darles forma, lee con atención
analizando y pensando qué le dirías a un amigo que te hubiera escrito esta
carta.
Trátate
como tu mejor amigo, con cariño, con empatía, con verdadero afán de apoyo,
comprensión y ayuda.
Te
propongo el siguiente ejercicio, ya puestos, vamos a hacerlo bien, vamos a
preparar la respuesta que le darías a tu amigo.
Sombrea
el texto:
En
rojo todo lo que sea grave,
En
naranja
lo menos grave
En
verde todo lo que se puede superar sin
dificultad
(Si no dispones de colores,
sustituye el rojo por un círculo, el naranja por
un rectángulo
y el verde por un simple subrayado).
Ahora
toca establecer prioridades y ordenar los pensamientos.
Después
de sombrear lo más importante, céntrate en extractar y ponerlos por orden de
prioridad.
En
otra hoja, comienza a escribir…
En
la parte izquierda enumera los problemas.
En
primer lugar lo que has sombreado en verde, continúa con los de color naranja y
en último lugar los rojos.
A
la derecha pondrás las soluciones que se te habían ocurrido, no te preocupes si
en la derecha dejas espacios en blanco, ya llegará la hora de completarlos.
Ahora
ya lo tienes, ahora sí, ¡es hora de pensar!
Analiza
cada una de las cosas que has colocado en la parte izquierda.
Piénsalo bien
cuando estés leyendo y sé objetivo como lo serías intentando ayudar a tu amigo,
compréndele, perdónale los errores, se magnánimo y a la vez resolutivo.
Para
cada una de ellas escribe o completa qué soluciones y consejos le darías a tu
amigo para sacarle de esa situación. Si no son graves díselo, explícaselo, a
todos nos pasan cosas que nos afectan y hacen decaer la moral, es normal, no
pasa nada, dile que no deje que su mente se enturbie con esas pequeñas cosas y
pierda fuerza para abordar lo importante.
Detente
en cada una de ellas por separado y ve centrándote en una sola, se objetivo,
ahora es tu cabeza la que lidera.
Obtén
una solución y ve rellenando espacios en la parte derecha.
Y
ahora, atención, has llegado a la zona roja, esta requiere de tu máxima
disposición y capacidad, no te puedes paralizar por difícil que sea, recuerda
que tu amigo está en apuros y confía en ti para que le ayudes.
Piensa,
concéntrate, estrújate el cerebro, es preciso que completes la parte derecha,
tú tienes la solución, sabes qué se debe hacer para abordarlo, aunque sea
difícil, aunque no sea inmediato, tú sabes qué pasos se deben dar para, poco a
poco, volver el rojo, naranja, después verde y finalmente borrarlo definitivamente del papel, piensa en tu amigo, confía en ti, te necesita.
¡Vamos!
No puedes detenerte hasta completarlo.
No
puedes devolverle una hoja en blanco, ¿te lo imaginas?
¡Bien!,
¡lo has conseguido!, ¡fantástico!
Has
sido capaz de analizar en profundidad la situación y encontrar soluciones para
cada uno de los problemas, de establecer un plan de acción, de no defraudar a
tu amigo.
Has sido capaz ¡De
no defraudarte a TI MISMO!
¿Cómo
te sientes?
No
me lo digas, lo sé. Y no sólo lo sé sino que te felicito. ¡Bravo!
Mantenerse
entero y poner distancia a los problemas para que no anulen tu capacidad de
pensar, tu fuerza y tu valía, es un ejercicio muy difícil amigo mío, mucho y tú
lo has superado.
Sólo
por ello ya mereces mi admiración.
Y
ahora, sin prisa pero sin pausa, ponte en marcha, ¡a por ello!
Tú sólo has
encontrado y trazado el camino y tú sólo llegarás a la meta.
¡En
marcha!
Esther de Paz
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