Pasan
los segundos, pasan los minutos, las horas, los días, pasan los
años, pasa la vida….
Implacable
reloj proporcionalmente inverso a la consciencia y directamente proporcional a
nuestra inconsciencia.
¡Cuánto
tiempo perdido!
Malgastado
en quejas, lamentos, frustraciones que no tienen sentido, enfados, momentos de
cólera, tiempo empleado en tantas cosas que restan.
Oportunidades,
personas disipadas en el camino que nunca debieron quedarse atrás.
Otras como
compañía tóxica que tiñe de gris tus días.
Responsabilidades
mal entendidas, obligaciones impuestas por elementos ajenos que intentan
controlar tu vida sin ni siquiera haberse probado tus zapatos.
Ausencia
de honestidad, incoherencia, reglas sociales, religión como elemento de manipulación, educación basada en
tabúes, imposiciones, injusticias, incongruencia y normas rígidas que no tienen
fundamento.
Estatus,
lujo, ansias de poder a cualquier precio.
Hipocresía
y demagogia como recursos en una carrera dónde todo vale, aunque a tu paso lo
único que dejes es un territorio devastado y sin posibilidad de volver a
regenerarse…
Y
como contrapunto cientos de miles de horas de experiencia.
Y
llega el día en el que inevitablemente te paras, observas y con consciencia, miras
atrás, miras adelante, miras dónde estás y haces balance con resultado de
¡quiero volver a empezar!
Pero
el tiempo no ceja en su despiadado avance y la omnipotente tecnología todavía
no ha descubierto la marcha atrás.
Sólo
hay una opción, seguir adelante, pero cada vez estás más cerca del final del
camino...
Y
en ese instante miles de preguntas se agolpan en tu cabeza:
Cuántas
veces te has quejado y menospreciado cosas añoradas cuando ya las has perdido.
Cuántas
veces has elegido enfadarte cuando era posible reconducir la elección porque no
era tan grave el motivo.
Cuántas
veces has puesto en el primer orden de importancia aquello que
estaba en las últimas posiciones.
Cuántas
veces has creído que tus obligaciones estaban por encima de tu felicidad, cuando podían ser compatibles.
Cuántas
veces has juzgado gratuitamente cuando no practicabas la empatía.
Cuántas
veces te has justificado a ti mismo sabiendo que no eran correctas tus
acciones.
Cuántas cosas te has perdido bajo el yugo de modelos sin sentido.
Cuántas
veces has confundido responsabilidad con vida sin ilusiones.
Cuántas
veces tus ansias de poder han transgredido los límites de lo permitido.
Cuántas
veces te has justificado a ti mismo para poder dormir, a sabiendas de que el
insomnio era más que merecido.
Cuántas
veces has cambiado instantes de felicidad, por cargas acumuladas en tu mochila
que no has sabido tramitar.
Cuántas
veces has elegido limpiar la casa/hacer horas extras en la oficina, en lugar de
ir de cena con tu pareja.
Cuántas
veces has elegido odiar cuando sólo te hacías daño a ti mismo.
Cuántas
veces la envidia te ha corroído cuando la elección era admiración, respeto y
ejemplo.
Cuántas
veces has optado por la venganza en lugar de la indiferencia.
Cuántas
veces te has quedado inmóvil donde no eras feliz porque miedo y riesgo anularon a coraje, decisión, valentía y sueños.
Cuántas
veces has lamentado tu suerte sin dar un solo paso por salir a su encuentro.
Cuántas
veces te has situado como última
prioridad cuando cambiando las posiciones tu felicidad era la consecuencia.
¡Cuántas
veces tantas cosas!
¡Cuántas
veces tanto tiempo!
En
contraposición…
Cuántas
veces has comprendido que eres más afortunado que la mayoría.
Cuántas
veces has sido feliz después de hacer lo correcto.
Cuántas
veces te has sentido satisfecho por tu buen trabajo aun en circunstancias desfavorables.
Cuántas
veces has dormido como un niño tras elegir ser valiente, vencer los miedos y correr riesgos desechando la autojustificación.
Cuántas
veces te has emocionado contemplando una puesta de sol regalándote ese momento.
Cuántas
veces has elegido lo que realmente merece la pena y te hace feliz.
Todas
estas y muchas otras preguntas se agolpan en tu cabeza cuando parado y consciente,
haces tu propio balance.
Eres
un resultado de sumas y restas.
Y
justo ahí, en ese momento de plena consciencia, te das cuenta de lo que
realmente importa y da sentido a tu vida.
Párate
amigo mío, párate ahora si no lo has hecho ya y mira...
Ha
llegado el momento de tu pausa, de tu balance, ¡hazlo ya!, detente, no sigas caminando en la inconsciencia, no elijas obviar la evidencia.
Cierra
los ojos, concéntrate, relájate y piensa….
Cuántas cosas te has perdido que desearías recuperar.
Cuantos instantes de felicidad has
dejado pasar creyendo que volverían.
Cuantas
oportunidades ignoradas por miedo al fracaso.
Cuánto
tiempo desperdiciado en vano ¡que ya no retornará!
Ahora,
a solas contigo mismo, es el momento de
las sumas y las restas, el momento de realizar con sinceridad el resultado de tu balance.
Se plenamente consciente de cuánto has aprendido, de lo mucho
que tienes y VALORA todo lo bueno que hay en ti.
Es tiempo de cambiar el paso.
Tú decides cómo quieres recorrer el resto del camino….
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